Por Andrea Arbide
William R. Hearst, cuya vida vemos ilustrada en la película Ciudadano Kane, es considerado junto con Pullitzer uno de los principales propulsores del sensacionalismo o periodismo amarillista. Todos sabemos que la información es poder, y que se considera a los medios como el cuarto poder. Los medios tienen el gran poder de influir en la gente, la política e incluso las decisiones de gobierno; pero qué pasa cuando se ejerce un estilo periodístico desligado de la verdad, dejando en segundo plano de la veracidad de sus fuentes. Esto puede llegar a tener consecuencias importantes.
Tomemos por ejemplo el caso de Hearst, quien se le considera principal propulsor del conflicto militar entre EUA y España en 1898. Cuenta la historia que los encabezados de los diarios pertenecientes a Hearst magnificaban y hablaban sin sustento de una terrible situación en Cuba, hasta entonces colonia española. La situación es compleja, pero es innegable que los hilos de Hearst crearon un gran descontento por parte del pueblo y el gobierno americano hacia el gobierno español.
Jesus Silva-Herzog en su artículo “Una defensa de la verdad” publicado hace algunos meses, habla de la busqueda de la verdad en el periodismo (aclara, verdad con minúscula). Critica la nueva empresa periodística cuya “labor no es indagar el mundo hasta encontrar la verdad, sino proyectar un sinfín de conjeturas que ratifiquen nuestros prejuicios.” Silva-Herzog habla de cómo el periodismo se encarga de crear más confusión en lugar de aclarar e ir en busca de los hechos, los hechos han dejado de ser importantes. Considera “grave que la verdad deje de ser propósito del periodismo y anclaje de la crítica”.
Este panorama desalentador del periodismo actual también ha llevado a la creación de movimientos sociales en busca de un mejor periodismo. Tomemos por ejemplo el caso de “Peace Journalism”, movimiento que invita a los periodistas a tomar decisiones y reportar de forma que su impacto en la sociedad no sea violento.
La discusión sobre el periodismo de paz, la inició el profesor Johan Galtung en la década de los 90, cuando observó que existen periodistas que reflexionan sobre el impacto de sus notas e intentan contribuir a la paz. Desafortunadamente, esta no es una práctica que se observe comúnmente en Occidente; el caso de Hearst y la situación en Cuba es un ejemplo de tantos de cómo no hacer periodismo de paz.
Pareciera que no podemos criticar a los medios ya que se escudan en la tan socorrida libertad de expresión, pero por qué nadie menciona la responsabilidad que ella implica, a todos nos enseñaron en primaria que todo derecho conlleva una obligación. ¿Se les habrá olvidado ya a los medios que la libertad de expresión toma un papel diferente cuando se refiere a los encargados de proyectar una realidad para la sociedad? Entiendo que al final es todo una gran lucha de interés, pero ¿no debería la paz estar dentro de los intereses de cada uno?
Ya sea porque desconocen la veracidad de sus fuentes o porque tiende al conflicto y la confusión, vemos que el espíritu del periodismo actual está plagado de carencias y defectos. Sólo nos queda esperar que con los nuevos recursos que nos provee la tecnología nos sirvan a la sociedad para formarnos un nuestro propio criterio e imagen de la realidad.
Fuentes
- “The Chief; The life of Willian Randolph Hearst” David Nassaw
Publicado por Houghton Mifflin Harcourt, 2001
Pags 125 a 136
- “Una defensa de la verdad” Jesús Sivla- Herzog Márquez
Publicado en Periódico Reforma el 17 de noviembre de 2008
Disponible en : http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/
- “Peace Journalism
”http://www.peacejournalism.org/
Sitios de Interés
Reporting the World http://www.reportingtheworld.org.uk/
Fundación Nuevo Periodismo Latinoamericano http://www.fnpi.org/
Media Channel http://www.mediachannel.org/
Peace Journalism http://www.peacejournalism.org
miércoles, 11 de febrero de 2009
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Excelente entrada. Mi opinión sería que primero tendría que entenderse que la verdad siempre es relativa, en el sentido de que siempre es sólo desde un punto de vista, para alguien, algunos, en un contexto determinado. Sin embargo, esto no está peleado con la autoobservación y con el asumir desde dónde se habla y desde dónde se establece algo como verdad, sumir también que todo lo que se diga generará una reacción, provocará algo en el otro. Esto es lo que creo que el periodimos de hoy carece una postura autocrítica, autoanalítica y de resposabilidad de su rol como reproductores de las representaciones sociales.
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