miércoles, 30 de septiembre de 2009

Lenguaje: ¿realidad, o tan sólo real?

Juan Pablo Albin
Blog 1

¿Qué es el lenguaje?
Hay muchas aproximaciones respecto a este término, entre las cuales se encuentra la mera función de comunicación con el lenguaje como medio para este fin. Mas el concepto es extendido en disciplinas como la lingüística y ciertas ramas o corrientes de la filosofía, para abarcar también lo que sea la capacidad cognitiva del humano en relación con su expresión racional, o bien, el acto de expresar un pensamiento (cual se puede entender como lo mismo que el acto de pensar, en tanto ambos sean la misma acción).
En esta segunda aproximación, se pretende estudiar los aspectos más importantes de lo que sea una persona partiendo siempre del lenguaje mismo como el conformante de la estructura cognoscitiva, y por tal, el conformante de toda la concepción de lo que sea la realidad para los humanos, y nuestra forma de interactuar con la misma. Esto incluye diversas formas que tenemos de aproximarnos al mundo partiendo del lenguaje como conformante de la estructura mental con la cual encaremos la realidad, donde se incluyen etapas o formas del lenguaje como sea la oralidad en contraposición con la escritura, por ejemplo, variando según estas diferentes fases, respecto a éstas, nuestra forma de entender el mundo que nos rodea.
Así, desde los más básicos y simples juicios, hasta los más complejos y abstractos, tienen su justificación no antes en lo que sea la realidad de la que hablen, sino en la más íntima forma de pensar, cual sea definida por el lenguaje mismo. Por ejemplo, en la creación de conceptos, ya categorizamos la realidad de cierta forma, lo que predispone toda forma de entender aquello que las categorías respectivas abarquen como su contenido. Llamar a alguien nerd o cool, por poner un ejemplo, ya predispone nuestra forma de entender a la persona a la que se le aplique ese juicio, tal que antes parte del lenguaje mismo.
Pero surge la cuestión: ¿podemos decir realmente que el lenguaje lo es todo? Pues si decimos que el lenguaje forma al pensamiento en el sentido previo, y accedemos a cualquier cosa que sea el mundo mediante el pensamiento mismo, el lenguaje sería, al menos para nosotros, todo. Esto es, nada sería en nuestra consciencia de no ser por el lenguaje, y en tanto algo exista, ha de ser algo cual pueda ser representado lingüísticamente. De ahí que la filosofía analítica diga en palabras de Wittgenstein: “de lo que no se puede hablar, mejor callar”, siendo que aquello que sea es aquello sólo cual podemos pensar, y por tal, conocer en términos íntimos al lenguaje. Como habríame dicho Priscilla, parafraseando de sus palabras: podrá una imagen valer más que mil palabras, pero no sino hasta que sea traducida a palabras, se queda en imagen, y en tanto tal, no la podemos conocer. Es intrascendente a la consciencia y a la aplicación de la misma. Sólo existe en tanto la podamos hablar.
Mas esto se sostiene así en tanto uno pretenda destinar al lenguaje como la base de todo, así como fuera en su campo para otros el pensamiento la base de todo. En tanto lenguaje sea pensamiento, o estén en tan íntima relación como la previamente planteada, se puede remitir esta concepción a una corriente tal como el idealismo. Mas su contraparte, el realismo, también aplica en esta específica discusión, señalando el hecho más imposible aún de que el lenguaje parta de la nada. Y es antes discusión siquiera si el lenguaje sucede o antecede al pensamiento mismo. Si planteamos al lenguaje como una forma en que el pensamiento se estructura, y por tal, lo moldea, aún no decimos que le anteceda. Todo lo que pensamos es estructurado de cierta forma, y es expresado en cualquier juicio, y en tal relación entra en esta función lo que sea el lenguaje. Mas no es propio el lenguaje sin pensamiento, o antecedente al pensamiento mismo, en tanto antes pensemos y luego lo estructuremos. Con la simple noción de la existencia de expresiones coloquiales, o figuras de pensamiento, donde no hay lenguaje por sí mismo sin antes que éste tenga significado, es decir, tenga pensamiento; y tal relación se puede aplicar a todos los elementos lingüísticos. Pero aún puede decirse que el lenguaje tenga un papel determinante en lo que cierto pensamiento sea, en tanto el lenguaje determine la manera en que ese pensamiento se estructure. Mas hay que tener en cuenta no el hecho mismo de cómo se dé ese pensamiento en esa persona, sino cómo antes se dio tal lenguaje como fuera dado. Antes de que esa estructura moldeara el pensamiento de esa persona, habrá habido una serie de eventos cuales generaran esa estructura. Esto nos lleva, entonces, a la cuestión de si hay cosas externas al lenguaje. Si no fuera prueba la naturaleza cambiante del lenguaje (cual en tanto cambie pueda sólo explicarse por el hecho de que algo la cambie, sea o no interno al lenguaje mismo, mas cual hable de que tenga su razón de ser), ni fuera prueba de que el lenguaje ha de manejar, necesariamente, un contenido, cual habla que el lenguaje es por sí mismo expresión y representación de algo más, está el simple hecho de que el lenguaje en esta concepción no puede ser por sí mismo en tanto su propia existencia sea, por definición, relativa, es decir, necesite de una relación para existir. Esta relación habla de que el lenguaje esté relacionado con aquello que le exceda, que le exceptúe, y sólo pueda existir en esta referencia.
Sea cual sea la discusión que ya se tenga en los campos de la filosofía y demás disciplinas que lidien con estos problemas, y cómo determinadas escuelas los expliquen, lo importante a notar es la posibilidad de que las premisas en cuales se basa la aproximación a los temas que deriven de este asumido puedan ser falsas, y antes cuestionarlas que dogmáticamente aceptarlas. Muchas soluciones que presta esta aproximación a los problemas con que lidie, por ejemplo, el entendimiento de diversos grupos humanos ante su entorno y sus semejantes no prestan necesariamente la visión más completa que se pueda dar en tales temas. En esta cuestión, no necesariamente una cultura de oralidad primaria sea diferente a una de oralidad secundaria por cómo se estructuró su lenguaje, sino que la estructuración de su lenguaje se pudo haber dado por aquello que los hacía diferentes . Es decir, que toda estructura lingüística parta antes de algo que de ella parta todo lo demás.
Mas esto no niega la importancia del lenguaje. Es, final e innegablemente, nuestro medio de interacción con toda nuestra realidad. Sea que éste lo exprese todo, o todo sea expresado en éste, sigue siendo un recurso vital en el estudio de las cosas por sí mismo. Y bajo este valor, la aproximación al lenguaje como objeto de estudio más que se justifica, y definitivamente nos da una idea importante de cómo otros se relacionan con el mundo, sin importar si esa forma de relación parta del lenguaje o sea representada en el lenguaje, como dije.
Así, sólo pongo en cuestión uno de los asumidos de los que partimos en la clase, y prevengo ubicar a esta aproximación sólo como una de las muchas, sin cerrar la visión sólo a la misma. No por decir que sea o no incorrecta, sino sólo para tomar una posición crítica ante cualquier visión, y motivar antes la duda que apunte a la verdad, que su ausencia cual pierda siquiera esa posibilidad.

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