lunes, 18 de mayo de 2009

El Cine Mexicano

Alberto Altamirano

En el siguiente ensayo se pretende realizar un análisis acerca del cine mexicano, ilustrando cuestiones tales como: la llegada del cine a nuestro país, su evolución dentro del mismo, las características del cine nacional y su importancia en cuanto al impacto social que obtuvo en ese entonces como nuevo medio de comunicación.

Para poder tratar el tema del cine en México, considero que primero es importante hablar sobre los inicios del cine de manera general. Todo comienza con la fotografía, la cual entra en sustitución al retrato pintado. Este gran descubrimiento define que todas y cada una de las imágenes que vemos y que se hallan proyectadas en nuestra retina no se borran de forma rápida, sino que se quedan ahí por unos segundos, siendo ésta una característica bastante peculiar que posee el ojo del ser humano, la cual resultó ser de gran importancia en la realización del cine, ya que llevo a que los científicos se formularan preguntas sobre cómo captar el movimiento y además, cómo reproducirlo. Esto se conoce como la teoría de la persistencia retiniana, la cual hace referencia a la ilusión de movimiento que se produce cuando una serie de imágenes se muestran en rápida sucesión, en lugar de percibir cada imagen individual de la serie.
El gran artefacto que dio origen al séptimo arte es el llamado cinematógrafo, diseñado en Francia a finales del siglo XIX por el hijo de un dueño de una fábrica de artículos fotográficos: Louis Lumière. A partir de esto, Lumière logra culminar un avance muy importante para la fotografía, que paso a la animación y a la proyección de ésta. De esta manera surge el cine como lo conocemos, en el momento en que este aparato revolucionario se comenzó a utilizar para realizar proyecciones públicas sobre una pantalla, al cual se le hacía la metáfora de “espejo de la realidad”.

Posteriormente aparece un gran pionero del cine: Georges Méliès, quien fascinado con el cinematógrafo decide comprar uno a los hermanos Louis y Auguste Lumière, pero éstos se rehúsan a vendérselo por lo que Méliès construye uno para él. Sin embargo la gran relevancia de Méliès radica en que, a diferencia de los Lumière cuyas películas carecen de una trama emocionante y mayor movimiento, este Méliès, haciendo uso de la imaginación y la fantasía facilitó una interesante diversidad de narrativas para los comienzos del cine, como la que es considerada su máxima obra: “Viaje a la Luna”. Apreciando esto, los hermanos Lumière se convirtieron en empresarios y enviaron a sus agentes de ventas su enorme cantidad de películas filmadas, cámaras y películas vírgenes para su distribución a nivel mundial.

Finalmente no se hizo esperar más y el cine llego a México durante el gobierno de Porfirio Díaz, un miércoles 5 de agosto de 1986 el periódico El Nacional, anunciaba la llegada y próxima exhibición del cinematógrafo. Es así que, al igual que en el viejo continente, el cinematógrafo se convirtió en el espectáculo de moda en el país, generando la apertura de muchas salas para mostrar las películas de los Lumière, haciendo que algunos mexicanos adinerados cautivados con el cine (incluyendo a Porfirio Díaz), decidieran comprar películas, cámaras, proyectores, material virgen y equipo de revelado. Personajes como Ignacio Aguirre y Salvador Toscano fueron los que le dieron difusión al cine en México y se hicieron de materiales como películas de Méliès, proyectores y numerosas cintas. Además de ellos, muchos otros comenzaron a realizar los primeros documentales del país y también las primeras cintas de ficción.

La etapa más importante de producción de documentales en México comienza en el año de 1910, cuando se celebran los preparativos para el centenario de la Independencia. Después comienza la Revolución Mexicana y es en aquel acontecimiento en que los cineastas ven la oportunidad de captar los hechos más relevantes que sucedían en el desarrollo de ésta. Cada caudillo tenía siempre por delante a algún documentalista filmándole y la gente acudía a las salas de cine solamente para actualizarse con respecto a lo que pasaba durante la Revolución, siendo ésta una gran época para el documental en México. Desgraciadamente, en el año de 1913 con la llegada de Victoriano Huerta al poder, el documental deja de ser imparcial e informativo para no desfavorecer al gobierno. Sin embargo aún había algunos cineastas que seguían filmando los con la intención de exponer el ambiente que se vivía en ese momento. En el año de 1920 y con la llegada de Venustiano Carranza a la presidencia, el documental se transforma en propaganda directa e instrumento didáctico del gobierno. Esto propició que se manipularan los contenidos y se dejara de filmar la vida cotidiana. Se propone una visión distorsionada debido a múltiples intereses, lo que da origen a la ficción, la cual se basaba en argumentos literarios, que eran considerados un recurso poco utilizado antes. De esta manera surge la fantasía en las cintas para reemplazar la visión de la realidad que vivía la política del país, imponiéndose así una nueva moda en el cine mexicano.

En el cine de ficción mexicano, comienzan a generarse una enorme cantidad de historias en las que se incluían personajes como el bandido generoso que combate contra la injusticia del poder, los hombres que tienen una incansable rivalidad por una mujer, los que se hallaban en problemas sentimentales y también surge el indigenismo, movimiento cultural que promovía la valoración y el estudio de las culturas indígenas que se encuentran en el país.

El cine mexicano de la década de los treinta arranca con un tema importante como es el de la Revolución, dándole una diferente perspectiva gracias a que esta había ocurrido hace dos décadas y abordándolo con gran talento. Con películas como “Vámonos con Pancho Villa” y “El compadre Mendoza”, ambas de Fernando de Fuentes, realiza un tratamiento serio acerca de la Revolución. En sus personajes, Fuentes revela intimidad, exhibe actitud moral, así como también el aspecto predominante de la persona. “Vámonos con Pancho Villa” es la primera superproducción mexicana, costó alrededor de un millón de pesos, cifra que en ese entonces era excesiva. Para la realización del filme, el gobierno apoyo con la facilitación de trenes, comparsas del ejército y pertrechos militares. Por primera y única vez se planteó un manejo de las masas durante las acciones bélicas de forma organizada y seria. Las composiciones de imágenes junto con la música nacionalista melancólica de Silvestre Revueltas, proporciona a las batallas un mayor sentido de profundidad en las escenas. Durante esta década, los otros temáticas que predominaron fueron: las comedias rancheras, las películas cómicas y las epopeyas del barrio. El final de la década de los treinta, que en el cine nacional es la llamada la “Época de oro”, comienza a decaer cuando empiezan a incorporarse a la industria nacional nuevos procedimientos técnicos utilizados en Hollywood.

Al finalizar la década de los treinta se comenzó a hablar de un “nuevo cine mexicano”. Desde mediados de la década de los cuarenta hasta finales de los sesenta prevalecen cuatro tendencias: hacia un cine de poesía subjetiva, hacia un cine europeizante, hacia un cine digno y aseado y hacia un cine instintivo. El primero es un cine en el cual el realizador se debate con su misma obra, este cine logra alcanzar un nivel internacional pero sin ser ése su mero objetivo. La tendencia europeizante es un cine que anhela cambiar las condiciones sociales, buscando concientizar al espectador. El llamado cine digno y aseado se refiere a un cine esterilizado por voluntad propia, el cual rompe su relación con el devenir histórico y deja a un lado la preocupación sobre quedar bien con todo el mundo. La cinta de “Los jóvenes” de Luis Alcoriza, es al que se le puede considerar como el gran precursor que impulsa el surgimiento de otras películas del estilo. La última tendencia tiene que ver con un cine que encuentra simpatía en su público y sus gustos. Se caracteriza por un notable dominio técnico y por poseer una gran fuerza expresiva.

A finales de los años sesenta y a principio de los años setenta, las películas incluyen los siguientes temas: la moral burguesa, las justificaciones de la opresión y la explotación, la fraseología oficialista, las buenas costumbres, los discursos priistas, el nacionalismo declarativo, el pensamiento neocolonial, la represión sexopolítica institucionalizada, la religión degradada, la familia, las tradiciones nacionales y las “estructuras mentales del mexicano”.
A mediados de los años setenta y durante la década de los ochenta, las producciones privadas solamente aspiran a ser imitaciones de obras del pasado o sobras televisivas. El auge económico de la llamada época de oro termina, el cine mexicano tiene sus altibajos, aunque se ve más perjudicado en los siguientes sexenios. La crisis tocó fondo durante los ochenta, con la administración de José López Portillo, el cual confió a su hermana Margarita la anulación sistemática de la industria cinematográfica nacional, cuando ésta decide quitar la Cineteca original. La indiferencia en cuanto al cine persistió con el gobierno de Miguel de la Madrid. Se dejó de hacer cine mexicano de calidad cuando el gobierno retiró su apoyo y quedo en manos de la iniciativa privada, realizándose así proyectos de muy mala calidad bajo la premisa de obtener ganancias invirtiendo lo menos posible en películas cuyos contenidos eran vulgares y de bajo nivel intelectual.

Nadie hubiera podido predecir un cambio significativo en el cine durante la siguiente década. Sin embrago, justo a finales de los ochenta surge una película, que cambia el panorama del cine mexicano de manera muy favorable, volviéndose así una de las cintas más emblemáticas de nuestro cine, ésta es la de “Rojo Amanecer” (1989), primera película en romper con la censura prolongada que había sobre el suceso histórico del 2 de octubre de 1968, demostrando así, que la industria cinematográfica de nuestro país estaba lista para exponer los temas que se consideraban intocables. Abriendo también la puerta a un cine de mayor relevancia social, histórica y política. Producida por la iniciativa privada, “Rojo Amanecer” se ha convertido en una referencia no sólo a nivel cinematográfico sino también histórico, ya que ilustra de la manera más honesta este episodio tan importante para la historia contemporánea de nuestro país.

A mediados de los noventa y hasta el día de hoy, el cine mexicano se ha caracterizado por ser muy diverso tanto en aspectos de producción, contenidos y difusión. Aunque se puede decir también que uno de los problemas que aún afronta la industria es el poco apoyo por parte del gobierno.

En mi opinión, México tiene un enorme potencial de producir cineastas, actores y otros profesionales de enorme calidad relacionados con el medio. Sin embargo, me parece que el gobierno, la monopolización por parte de la iniciativa privada y el criterio limitado de los llamados expertos o críticos de cine, han hecho que el talento que exista no se pueda explotar a nivel nacional, resultando en una gran cantidad de producciones de muy baja calidad tanto a nivel económico como a nivel intelectual, que si bien puede haber una película con un guión bastante bueno, pero que carece de los recursos financieros para poder llevarse a cabo, si logra exhibirse, lamentablemente va a dejar mucho que desear. Así como una película en la que el guión sea una basura, pero cuente con un capital extraordinario resulta también en una película bastante mala. Es por eso que, desgraciadamente, uno ve a directores como Guillermo del Toro, Carlos Cuarón, Alejandro González Iñarritu o actores como Salma Hayek, Diego Luna o Gael García, que en lo personal estos últimos no son mucho de mi agrado, pero que hago mención de ellos porque se han destacado mucho más en el cine extranjero que en el nacional. Sus carreras giran en torno a Hollywood y eso ocurre por la situación deplorable en que se encuentra nuestro cine.

Bibliografía
1. DE LOS REYES, Aurelio (1984). Los orígenes del cine en México 1896-1900. Lecturas Mexicanas, México, D.F., 248p.
2. AYALA BLANCO, Jorge (1986). La búsqueda del cine mexicano 1968-1972. Posada, México, D.F., 559p.
3. AYALA BLANCO, Jorge (1993). La aventura del cine mexicano en la época de oro y después. Grijalbo, México, D.F., 297p.
4. GONZÁLEZ VARGAS, Carla (2006). Rutas del cine mexicano contemporáneo 1990-2006. Landucci, México, 287p.

Links
http://www.youtube.com/watch?v=yIKzeqiC-LU
http://www.youtube.com/watch?v=XhTzDOEfnBI&feature=PlayList&p=46F05BF819801C90&index=44

1 comentario:

  1. Buen resumen de los principios del cine mexicano. Tendrías de casualidad algo de información sobre el cine experimental durante los años treinta? Estoy analizando las primeras películas de Bustillo Oro y Fernando de Fuentes, y cualquier ayuda sería bastante apreciada.

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